sábado, 9 de agosto de 2014

El valor de la palabra, la buena fe y la confianza

El ser humano desde la antigüedad ha realizado pactos. Los ha usado para intercambiar bienes, para demostrar sus sentimientos y hasta para recibir bendiciones de Dios. Para sellar estos pactos algunas veces se dejan señales, se hacen contratos escritos o simplemente se da la palabra. En la Biblia después del diluvio Dios le prometió a Noé que nunca más iba a destruir la tierra con agua y como señal del compromiso puso el arco iris en el cielo. En la actualidad se firman contratos escritos para casi todos los negocios: vender, comprar, representar, arrendar, entre otras cosas. Sin embargo, también se hacen pactos en los que solo se da como garantía la palabra, con la confianza plena en la buena fe y decencia del otro, como hacían nuestros abuelos y bisabuelos, como se hace en los pueblos pequeños, como se hace con los amigos, como se hace muchas veces en el amor.

En el trasegar de la vida he conocido gente buena e inocente, gente que cree en el otro, para quienes la palabra vale mas que un contrato escrito y la honradez es mas importante que ganar un negocio. Así también es mi madre, así son mis hermanos, así es mi esposo, así soy yo, y espero que así sean mis hijas. Esta especial forma de ver la vida me ha hecho creer que es mejor perder un dinero a perder un amigo, que es preferible pagar, así me cobren de mas, pero no perder mi buen nombre y que es mejor no prometer cosas que no puedo cumplir.

Pienso que los contratos escritos parten de la mala fe de las personas, lo mismo que las autenticaciones, los certificados de supervivencia, las garantías o los sensores con huella para verificar el cumplimiento del horario de trabajo en las oficinas. Desde hace unos días para acá me he venido preguntando sobre que tanto, en esta época, los seres humanos cumplimos con nuestros compromisos, honramos nuestros pactos de palabra y respetamos al otro.

En el derecho internacional se encuentra el principio "pacta sunt servanda"  que significa que los pactos y las obligaciones deben ser cumplidos de buena fe. En Colombia el principio de la buena fe se consagra en el artículo 83 de la constitución política y en el artículo 3.4 de la ley 1437 de 2011 (código de procedimiento administrativo y de lo contencioso administrativo) y veo con buenos ojos que en la ley 1564 de 2012 (código general del proceso), se prioriza la buena fe al no exigir por ejemplo, autenticaciones en las copias o al permitir que las partes de un proceso presenten sus propios dictámenes periciales con sus demandas o contestaciones, entre otras cosas.

La buena fe es la integridad y honestidad en el comportamiento y se deriva del latín bonus que significa aquello que posee bondad, en oposición a lo malo y del latín fides o grupo de creencias de una colectividad. El principio de la buena fe se utiliza frecuentemente en el derecho para describir la honestidad de las partes en un contrato, en un litigio o en cualquier actuación.

Entiendo que todas las formalidades contractuales deben hacerse y que tener una garantía o pactar una multa en caso de incumplimiento son formas legales y prudentes de hacer los negocios, también que los litigios tienen unos procedimientos reglados que deben cumplirse, pero aparte de eso, no debemos olvidar que principios como la buena fe y la confianza, deben regir nuestros actos públicos y privados y que la honorabilidad, el buen nombre y el respeto por el otro deben ser motivaciones suficientes para cumplir con la palabra empeñada y no el temor de demandas, multas o cláusulas penales.





3 comentarios:

  1. Patricia, es un buen punto de vista el que tienes. En mi país, Bolivia, el valor de la palabra, la buena fe y la confianza, son virtudes que al parecer una gran mayoría de las personas ignora, o a pesar de que se manifiesta en el discurso, en los hechos su comportamiento es distinto. Me gustaría hacerte una pregunta, quizás un poco polémica: ¿Crees tú, que en tu condición de Abogada, puedes en forma personal creer en la palabra de las personas, cuando en la labor profesional se asesora a los clientes en la manera que se asegure su derecho?. Me gustaría saber tu opinión en esa dicotomía que existe entre nuestra labor profesional y nuestros valores personales.

    Saludos desde Santa Cruz, Bolivia. Mi nombre es Marcelo Dávalos, y soy Abogado Jr.

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  2. Apreciado Marcelo, es un buen punto el que planteas, sin embargo, como abogados debemos siempre buscar el valor de la justicia, es difícil, lo se, pero si quienes estudiamos derecho perdemos el norte de las cosas, la sociedad se corrompe y tiene el peligro de fracasar. Considero que la ética y la verdad siempre deben regir nuestras actuaciones, así el mundo diga otra cosa. Un fraterno abrazo.

    Espero sigas leyendo y compartiendo el blog y por supuesto realizando comentarios.

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  3. Mientras apuntemos al camino de la justicia, jamás perderemos nuestro horizonte como Abogados. Recibo tu abrazo con alegría, te envío uno desde mi aposento. Estaré pendiente de tu nueva publicación, saludos.

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