martes, 3 de junio de 2014

¿Y la paz qué?

Después de la segunda guerra mundial y considerando todos los sufrimientos que muchos seres humanos padecieron por esta y la primera guerra mundial, los estados se han preocupado por mantener la paz para la humanidad. Es por esto que se firmó la Carta de las Naciones Unidas el 26 de junio de 1945 y se creó la Organización de las Naciones Unidas ONU, con el fin de evitar que el mundo vuelva a padecer los flagelos de la guerra, proteger los derechos humanos y promover la justicia internacional y el progreso social.

En el artículo 33.1 de la Carta, los estados se comprometieron a que cualquier controversia que sea susceptible de poner en peligro el mantenimiento de la paz, tratarán de buscarle solución, ante todo, mediante la negociación, la mediación y la conciliación, es decir por  medios pacíficos.

La paz, es un derecho consagrado en la Constitución colombiana en el artículo 22 como "un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento", además se encuentra dentro del título de los derechos fundamentales. Sin embargo, en Colombia hemos vivido en un conflicto armado constante y existen generaciones -como la mía-, que no hemos conocido un país en paz. Desde que recuerdo han existido grupos armados ilegales: las guerrillas (diferentes grupos) y los paramilitares. Estos grupos y las fuerzas armadas del Estado han librado una intensa lucha armada que ha cobrado muchas vidas y recursos. Algunos grupos armados al margen de la ley se han desmovilizado, pero otros aún subsisten y a pesar de los esfuerzos estatales armados por terminarlos, esto ha sido imposible.

En la actualidad y desde el 18 de octubre de 2012 el gobierno está dialogando con un grupo de guerrillas, denominado Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, para buscar la paz, proceso que ha tenido aliados y detractores, pero que a nivel internacional es considerado como un paso certero, importante e imprescindible para el futuro de Colombia y de toda la región.

Colombia está a punto de elegir nuevo presidente y los candidatos que pasaron a la segunda vuelta tienen diferentes puntos de vista sobre el proceso de paz, tema sobre el que, tanto ellos como sus seguidores, discurren diariamente en medios de comunicación y redes sociales.

Pero la realidad es que en medio de esas discusiones diarias estamos los colombianos, hombres, mujeres, niños, jóvenes, ancianos, estudiantes, profesionales, campesinos, comerciantes, trabajadores, empleados públicos, entre otros, que solo queremos vivir en un país mejor, sin odio ni polarización, con oportunidades, con educación para todos, sin corrupción, con acceso a la salud, a la vivienda, al trabajo, al descanso, a la recreación y a la cultura, en donde las futuras generaciones no tengan que morir por los horrores de la guerra, donde los padres no entierren a sus hijos muertos por la violencia, sino que los hijos entierren a sus padres que mueren de viejos y en donde reine la fraternidad, la solidaridad, el compañerismo y por supuesto la paz.

Es por esto que la paz no puede ser una opción para el gobernante de turno, pues la paz es obligatoria, es un derecho, e intentar la solución al conflicto por vías pacíficas es un deber del estado que los colombianos debemos reclamar sin importar el color o la bandera política de los que ostentan el poder. 


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